Ir a la farmacia y comprar cualquier medicina que nos pueda hacer falta y que nos haya recetado el médico es un hecho tan normal casi como ir a tomarnos un refresco a un bar. Lo hemos integrado tanto en nuestras vidas que muchas veces no somos conscientes de qué es lo que ha hecho posible que una pastilla nos quite un dolor de cabeza. Mucho antes de que ese medicamento pueda estar a la venta, hay toda una serie de pasos previos y necesarios, dependientes de la investigación biomédica llevada a cabo al mismo tiempo, por personas dedicadas muchas horas al día y en multitud de laboratorios de todo el mundo. Y no me refiero concretamente a entidades privadas como las farmacéuticas, sino a laboratorios de investigación públicos de Universidades, Institutos de Investigación y Hospitales.
El primer paso que se da es la propuesta de una hipótesis inicial, una idea que se quiere demostrar si es verdadera o no. Por ejemplo: “la molécula activa de este compuesto disminuye la inflamación; es un antiinflamatorio”. Esta afirmación no sabemos si es cierta; es tan sólo una hipótesis y hay que demostrarla. Para ello, hay tres etapas generales en investigación. Primero, en el laboratorio se hace un estudio in vitro con placas de cultivos celulares en las que crecemos células en unas condiciones que “imitan” el medio ambiente real en el que viven en nuestro cuerpo. A un grupo de placas no les hacemos nada y a otro les añadimos el compuesto que queremos estudiar: comprobamos los efectos que tiene sobre el crecimiento celular y analizamos cómo reaccionan las células a nivel molecular, activando o silenciando genes y qué proteínas producen; es decir cuál es el mecanismo de acción del compuesto. Comparamos los cultivos tratados y los no tratados para sacar conclusiones. Por la semejanza del genoma entre algunos animales y nosotros, los cultivos pueden ser de células de ratón (también de otras especies) o humanas que se hayan cedido a la ciencia con un consentimiento informado del paciente. Una vez comprobado que dicho compuesto no supone un peligro de muerte celular ni toxicidad en el cultivo y además las células responden favorablemente, se pasa a la segunda etapa del estudio: in vivo.
En los estudios in vivo, el medicamento se inyecta en animales de laboratorio (principalmente ratones que se crían allí mismo) que presentan inflamación (siguiendo el ejemplo) y se estudia tanto el comportamiento del animal, como el mecanismo de acción del compuesto en los distintos sistemas corporales; es decir, si la inflamación desaparece. Así, se pretende constatar la seguridad y la eficacia del medicamento sin toxicidad. De nuevo se comparan con un grupo de animales a los que no se les ha inyectado el compuesto. Actualmente el camino que los laboratorios pueden seguir para estudiar enfermedades que presenta el ser humano, es utilizando animales como modelos de estudio in vivo de las diversas patologías conocidas. Personalmente no me agrada y creo que tampoco a nadie que trabaje en laboratorio; espero y deseo que la ciencia junto con las nuevas tecnologías en algún momento encuentre otra vía de investigación sin necesidad de ellos, para llegar a comprender lo que ocurre en nuestro cuerpo.
Habiendo llevado a cabo las dos etapas descritas (in vitro e in vivo) que se conocen como estudios preclínicos, se pasa a la tercera etapa en la que se solicita a la Agencia Española de Medicamentos mediante un Comité Ético de Investigación Clínica, la autorización para llevar a cabo un Ensayo Clínico en uno o más Hospitales. Es decir, la colaboración multidisciplinar que se lleva a cabo desde que se empieza el estudio de un medicamento hasta que se termina es fascinante, ¡por no decir otra palabra más coloquial! Se producen interrelaciones coordinadas entre todos los diferentes puestos de trabajo que participan en un proyecto así, como son técnicos de laboratorio, investigadores, estadísticos, médicos, enfermería, cirujanos, personal de administración, etc…Todos importantes en el proceso.
De esta manera, en los Ensayos Clínicos se utiliza el medicamento en personas que tienen la enfermedad de estudio y que dan su consentimiento informado estando todo el proceso rigurosamente legislado. Para definir bien en qué cosiste, copio textualmente del BOE:
“ «Estudio clínico»: Toda investigación relativa a personas destinada a:
1.º Descubrir o comprobar los efectos clínicos, farmacológicos o demás efectos farmacodinámicos de uno o más medicamentos.
2.º Identificar cualquier reacción adversa a uno o más medicamentos.
3.º Estudiar la absorción, la distribución, el metabolismo y la excreción de uno o más medicamentos, con el objetivo de determinar la seguridad y/o eficacia de dichos medicamentos”.
Cada Ensayo Clínico que se inicia, consta de cuatro fases que de forma resumida son: I) Estudio de toxicidad, II) Eficiencia terapéutica y seguridad, III) Estudio en un mayor número de pacientes (miles) una posible toxicidad no detectada y IV) una vez comercializado el medicamento, observar reacciones adversas raras y su eficacia a lo largo del tiempo.
Curiosamente, la Agencia Española de Medicamentos también define como medicamentos de terapia avanzada a los basados en genes (terapia génica), células (terapia celular) o tejidos (ingeniería tisular). Es decir, aunque las células y los tejidos con los que se trate un paciente provengan del propio paciente, se les denomina “medicamento” y han de pasar por las mismas etapas que cualquier otro…
Así, tras estos estudios que generalmente duran años, van apareciendo los distintos medicamentos que por un lado se pueden comprar en la farmacia o que por otro son, por ejemplo células madre que se inyectan desde en algo menor, como es una lesión de rodilla al caso realmente serio, como es en la médula espinal de alguien que vive una Esclerosis Lateral Amiotrófica. Concretamente esta enfermedad ha sido incluida en un Ensayo Clínico que se ha sido realizado en el Hospital de la Arrixaca de Murcia por cirujanos e investigadores reconocidos internacionalmente, y en el que se ha observado un aumento de la calidad de vida y neuroprotección de las neuronas motoras de la médula espinal.
La ciencia, y puntualizando la investigación biomédica, es el reflejo de la evolución de una sociedad. Está claro que la investigación es más lenta que construir un coche y no se van viendo resultados hasta al cabo de meses o años. Esto provoca que no se valore ni se le dé la importancia que debiera por parte de muchos grupos políticos y de grandes empresas de España, ya que al no invertir en I+D fuerzan la salida de investigadores muy formados al extranjero. Científicos de re-nombre lo repiten una y otra vez en cada entrevista que les hacen, pero el sistema de financiación pública sigue obsoleto. Lo que también se mantiene en el día a día es que esos grupos de poder son usuarios de forma habitual de los avances médicos que tenemos sin ser conscientes del esfuerzo necesario para ello. Es…¡como ir a tomarse un refresco!
Me gustaría también resaltar que comúnmente nos han educado para ser “pacientes”, lo que significa “resignado”, “sufrido”… sin embargo, las investigaciones científicas demuestran cada vez más que podemos influir en la biología de nuestro cuerpo tanto para perjudicarlo como para mejorarlo. Ya sabemos lo que implican las decisiones que tomamos a la hora de beber alcohol, fumar o comer de cualquier manera…en lo que quiero hacer hincapié es en cómo vivimos cada experiencia del día…en cómo elegimos vivirla…¿sufrimos por cosas innecesarias? ó ¿Disfrutamos de los pequeños detalles?