Pintar cuadros es una especie de refugio creativo y una forma de entrar en un estado de absoluta concentración. Coger un pincel o la espátula y sumergirse en los colores y el lienzo, es una especie de magia. Es como si todo lo demás desapareciera y solo quedara el lienzo ante nosotros. La sensación del pincel en la pintura y ver cómo se mezclan los colores es fascinante.
Además, pintar también es una manera de conectar con un@ mism@. A veces, la vida puede ser un torbellino de actividades y preocupaciones, pero al pintar, todo eso se desvanece. Es como un momento de introspección y meditación donde se puede explorar los pensamientos y emociones a través de la expresión de las manos en el lienzo. Es una especie de terapia personal, si lo piensas.
Por otro lado, pintar es simplemente divertido. Puedes disfrutar cada pincelada y cada elección de color. No importa si lo que sale es «bonito» o simplemente algo aparentemente sin sentido; lo importante es la alegría que se puede experimentar al hacerlo. Pintar cuadros puede ser mucho más que solo poner colores en una tela, es una experiencia que puede conectarte con tu creatividad y sentir como te expandes.
Concretamente, gracias a nuestro cerebro maleable (neuroplástico), somos capaces de aprender incluso aquello que nos parece muy lejos de nuestro alcance.
¡Podemos estar aprendiendo y aprendiendo sin parar cosas nuevas cada día!