Aunque se pensó que el cerebro adulto era un órgano estático, ahora se sabe que la organización de los circuitos del cerebro está cambiando constantemente en función de la experiencia y del aprendizaje. El aprendizaje es una función esencial para la supervivencia del ser humano y se lleva a cabo gracias a la plasticidad sináptica del cerebro, llamada neuroplasticidad. Es la capacidad dinámica que le permite modificar sus conexiones neuronales, que no son estáticas y por tanto, su estructura celular. ¡El cerebro puede cambiar y tener una estructura distinta! Además de ello, una buena notica que la ciencia ha constatado es que van desarrollándose nuevas neuronas durante toda la vida del ser humano;es la neurogénesis.
La plasticidad neuronal es consecuencia no sólo de cada percepción sensorial o movimiento que desarrollamos, sino también de cada proceso de aprendizaje y pensamiento. En los pensamientos también se incluye la interpretación que hacemos de los estímulos que percibimos del ambiente que nos rodea, lo que se conoce como proceso cognitivo. Lo que pensamos está potenciando conexiones neuronales ya existentes si reiteramos los mismos pensamientos (en base a lo ya experimentado interpretamos lo que vamos percibiendo y así sucesivamente), o se establecen nuevas conexiones si cada día lo vivimos de forma distinta, permitiéndonos sorprendernos, con pensamientos frescos y nuevos aprendizajes que nos hagan sentir diferentes del día anterior. Así, se puede reconstruir y modificar el cerebro.
Un ejemplo de ello es el estudio que se publicó hace unos años en una revista internacional y que compara un grupo de taxistas experimentados de Londres con otro grupo de personas que no conducían taxis. Todos entre 32 y 62 años. Los taxistas de Londres tienen un entrenamiento específico de aproximadamente dos años para poder aprender a moverse entre cientos de lugares de la ciudad, y por ello los incluyeron en este estudio de “navegación espacial”. Se compararon los cerebros, concretamente el hipocampo, de los dos grupos mediante Resonancia Magnética. Los científicos observaron que los taxistas tenían un volumen mayor del hipocampo posterior comparado con los cerebros del grupo que no habían pasado por la experiencia de tener la licencia de taxi, ni habían tenido que aprender esta habilidad. Este resultado impresiona y concuerda con la idea de que el hipocampo posterior almacena la representación espacial, es decir, la localización del individuo respecto a su entorno. Y tiene la capacidad de expandirse regionalmente cuando sea requerido, para amoldarse a circunstancias del aprendizaje, como puede ser la conducción de un taxi en una ciudad enorme.
Los cambios neuronales en adultos se han asociado, no solo a la experiencia a largo plazo como la descrita en los taxistas, sino también a una práctica relativamente corta. Por ejemplo, realizar un ejercicio de piano con cinco dedos, durante dos horas al día y cinco días consecutivos. Mediante Resonancia Magnética Nuclear Funcional, que permite monitorizar las áreas del cerebro que están siendo activadas, y por lo tanto la actividad neuronal, se ha visto que este ejercicio de piano remodela las áreas motoras primarias que representan los cinco músculos correspondientes a los dedos. Por supuesto, ésta práctica mejora la ejecución del ejercicio; pero lo que más impacta, es que el entrenamiento mental utilizando la imaginación, que simula en el cerebro el movimiento en el piano sin realizarlo físicamente, provoca una reorganización de las áreas motoras similar a cuando se realiza físicamente. Lo importante es que estos cambios, tanto en la estructura como en la función, se traducen en una mejora de la destreza física de lo que se ha entrenado mentalmente. Con esto, no es de sorprender que el entrenamiento mental se practique y se haya aceptado desde hace décadas como parte del entrenamiento habitual de los atletas y de otros deportistas. Es más, la combinación de la práctica mental y la física-motora, se traduce en un mayor aprendizaje que sólo realizando la práctica física. Como demuestran este estudio, la plasticidad cerebral es una cualidad intrínseca del sistema nervioso, aún cuando no se realiza una acción física-motora. De hecho, una interpretación mental es tan potente, que recordar una experiencia o imaginarla puede provocar en el cerebro el mismo flujo bioquímico que la vivencia real. Por ejemplo, imaginar que se está masticando la pulpa de un limón…genera segregación de saliva, y por tanto, enzimas encargadas de hidrolizar y digerir los alimentos. Si lo que imaginas es que persigues a alguien, el ritmo cardíaco se acelera; y si sucesivamente…
Gracias a la plasticidad neuronal el aprendizaje también se asocia con un aumento de la materia gris del cerebro, no sólo en jóvenes sino también en personas de la tercera edad. Y se ha demostrado en muchos estudios publicados en revistas internacionales. Uno de ellos, por ejemplo, incluye 93 voluntarios (54 mujeres y 39 hombres) con una media de edad de 60 años, en el que se utilizó como aprendizaje el juego clásico de malabares con tres pelotas. Este juego requiere coordinación y una transferencia recíproca de información visual, sensorial y motora. Ninguno de ellos tenía experiencia previa en los malabares y se hizo dos grupos al azar, donde un grupo no haría nada y el otro se entrenaría durante tres meses practicando el malabar. Para comparar los dos grupos y ver qué cambios cerebrales se producían, se realizaron tres escáneres a todos ellos con Resonancia Magnética: uno antes de empezar a practicar, otro al terminar los tres meses de entrenamiento y un tercero a los seis meses. Después de los tres meses, el grupo de práctica ya no practicó más, por lo que el escáner de los seis meses mostraría qué ocurre cuando se deja de practicar un aprendizaje, en este caso los malabares. Al realizar el segundo escáner se observó un incremento de la materia gris del cerebro de los voluntarios que habían aprendido los malabares comparado con su propio primer escáner, así como también con respecto a los que no practicaron durante esos tres meses. Este cambio de la materia gris del cerebro, revirtió a los tres meses de parar los ejercicios de malabares tal como mostró el tercer escáner, lo que resalta la capacidad que tiene el cerebro tanto para ampliarse como para encogerse. Las regiones del cerebro donde se observó incrementada la materia gris están relacionadas con sistemas de recompensa (aprender y dominar una nueva habilidad es gratificante) y con la producción de nuevas neuronas. De hecho, se ha visto en muchos estudios que la actividad física y un ambiente enriquecedor en el que se aprenden nuevas cosas, incrementan la creación de nuevas neuronas y ayudan a su mantenimiento.
Estos ejemplos muestran, y ya está constatado en ciencia, que la edad no es un factor limitante de la plasticidad estructural del cerebro y que en edades avanzadas el cerebro mantiene su capacidad dinámica para cambiar de estructura, de acuerdo a la demanda tanto de aprendizajes como de ejercicio físico. Así, estos resultados nos invitan a reconsiderar viejas ideas y nos empujan a ver la responsabilidad que tenemos sobre el estado de nuestro cerebro a lo largo del envejecimiento, que realmente empezó en el momento de nacer. Vivir día tras día de forma automática, impide que el cerebro sea dinámico y que se reestructure como reflejo de nuevas experiencias. Sin embargo, independientemente de la edad que tengamos si incorporamos nuevas habilidades en nuestra vida, se potencia la mejora de las capacidades cerebrales. Según estos resultados, conforme envejecemos no debemos detenernos, sino hacer pequeñas cosas que nos gratifiquen y que nos mantengan activos.
Mari Paz Quesada